Desde el año pasado los ojos del mundo parecen estar fijos en China, pero ya no lo hacen en la búsqueda de oportunidades comerciales, sino que observan cómo este país puede causar un nuevo estancamiento a la resurgente economía mundial.

Pero ¿Por qué China, que es una de las economías más dinámicas del mundo, puede perjudicar a la economía mundial?

China cuenta con la sexta economía mundial y en los últimos 25 años ha crecido a una tasa promedio del 9%. En el 2.003 la misma se expandió a un asombroso 9,7%, incluso algunos economistas piensan que el dato está subestimado y debería corregirse a un 13%. Durante los últimos 3 años esta Nación ha sido generadora de un tercio del crecimiento de la economía mundial, incluso los precios de las materias primas están llegando a precios máximos debido a la demanda de las empresas situadas en su territorio. La inflación en este país esta controlada y el año pasado apenas llegó a un 0,9%, aunque hay que reconocer que el gobierno controla muchos de los precios. Todas las semanas la inversión directa proveniente del exterior supera los U$S 1.000 millones, atraídos principalmente por los 1.300 millones de potenciales consumidores que posee China. Esta combinación de alto crecimiento, estabilidad política y un basto mercado potencial, brindan la posibilidad a China de ser la economía más importante del mundo para el año 2.040.

Pero no todo es color de rosa para el Dragón, los temores de que la economía se recaliente (crezca demasiado rápido y colapse), son tan significativos que el gobierno del primer ministro Wen Jiabao está buscando soluciones para este problema. En la mayoría de las economías el recalentamiento se da cuando la demanda crece mucho más rápido que la oferta, generando inflación y una posterior contracción de la economía (cualquier parecido a la Argentina y su crisis energética no es casualidad). Sin embargo en Oriente el proceso se da distinto, ya que la que crece a un ritmo superior de lo normal es la oferta. Debido al exceso de inversión en la economía China, podría generar que su mercado se inunde de productos, lo cual llevaría a una hipercompetencia, que terminaría en guerra de precios y la quiebra de muchas empresas. El problema no terminaría aquí ya que estas empresas han tomado créditos otorgados por los bancos estatales chinos, los cuales caerían junto con las mismas, generando una crisis tanto económica cómo financiera.

El Gobierno intenta evitar este colapso apretando los frenos de la economía. Recientemente ha aumentado las tasas de interés que cobra por sus créditos con el objeto que las inversiones sean menos atractivas y disminuyan. Además el gobierno central habla de disminuir su inversión directa y se han tomado fuertes medidas regulatorias en sectores muy recalentados como el inmobiliario.

Pero lo que todos nos preguntamos es que tan efectivas serán estas medidas. La mitad de los créditos que otorgan los Bancos Estatales, tienen como destino a Empresas Públicas, pero estas al no tener presiones por ser rentables, toman créditos sin importar la tasa que les cobren. Por esto es que se duda de la efectividad del aumento de las tasas para reducir la inversión y la mala asignación de los créditos en China. En cuanto a la inversión estatal, debido a lo complejo de la política china, se encuentra concentrada en manos de los líderes provinciales e incluso de los líderes de los pueblos, en lugar del gobierno central chino. Por ahora el único que parece estar comprometido es el gobierno central, ya que los líderes locales temen que al reducir su inversión genere descontento en la población.

Pero ¿cuáles podrían ser las consecuencias de un colapso de la economía China?

Primero hay que definir que sería un colapso de la economía china, ya que la misma crece casi al 10% anual, un colapso sería que la misma continuara su crecimiento a valores cercanos al 3% anual. Una disminución en la tasa de crecimiento chino, afectaría en forma directa a sus vecinos asiáticos, en particular Japón. Las economías de estos países dependen fuertemente de sus exportaciones y gran parte de estas tienen como destino China. Europa y Estados Unidos se verían afectados ya que sus empresas que tienen filiales en Oriente. Una desaceleración en la economía generaría pérdidas cuantiosas a las empresas y esto haría caer el valor de sus acciones en la bolsa de valores. Los habitantes de los países desarrollados invierten gran parte de sus ingresos en acciones, un desplome en el valor de las mismas, haría sentir a las personas menos ricas y disminuirían su consumo, lo cual haría disminuir el crecimiento de las economías desarrolladas. En cuanto a los países subdesarrollados, estos son principalmente productores y exportadores de materias primas y alimentos. Una disminución del crecimiento chino se traduciría en un menor requerimiento de materias primas y alimentos, lo que haría bajar los precios que reciben estos países por sus productos. Nuestro país ya lo experimenta en carne propia en particular con el precio de la soja, que ha caído drásticamente en los últimos meses producto de una menor demanda china.

El futuro de económico de China parece resumirse en la famosa frase del padre de su resurgimiento económico, Deng Xiaoping, quien afirmaba No importa si el gato es negro o blanco, lo que importa es que cace ratones . Hoy China es un gato que tiene indigestión por haber capturado demasiados ratones, pero sigue siendo el mejor cazador.